La fórmula del hormigón inmortal

Hormigon aplicado en obra

Aunque jamás hubiéramos llegado a pensado, el futuro ya está aquí: existe el hormigón autorreparable.

Recientemente, unos investigadores holandeses han desarrollado un nuevo tipo de este material de construcción compuesto con bacterias, que al estar ‘vivo’, repara sus grietas sin ayuda. Todo gracias a los microorganismos de su interior. Este nuevo sistema permitirá alargar la esperanza de vida de los edificios, ahorrando además en reparaciones y mantenimiento.

El hormigón es el material de construcción más utilizado del mundo, desde hace miles de años. Ya en la Antigüedad, griegos y romanos, construían sus ciudades con esta mezcla de cemento, arena y agua. Ahora, un nuevo ingrediente de origen biológico podría solucionar sus principales desventajas: las grietas del tiempo o la oxidación del metal, en el caso del hormigón armado.

Un grupo de investigadores neerlandeses de la Universidad Técnica de Delft (TU) ha desarrollado un biohormigón que se repara por sí solo, al rellenar con la caliza sintetizada por unos microorganismos cualquier fractura provocada por las tensiones.

¿Cómo se comportan estas bacterias en el hormigón?

“Las bacterias reparan el hormigón conforme van creciendo, porque producen caliza que rellena las fracturas y sella el material”, asegura el investigador de la TU y creador del sistema, Henk Jonkers.

Este material rocoso está formado en su mayoría por carbonato de calcio, el mismo que contienen los esqueletos de organismos como los corales, siendo un candidato ideal para sanar cualquier grieta.

¿Qué beneficios suponen estos micro-organismos?

La caliza producida de forma biológica sella las grietas para impedir daños mayores y alargar la esperanza de vida de las construcciones. Sin embargo, no contribuye a aumentar la resistencia de la estructura. Es decir, las grandes fracturas seguirán siendo reparadas con los métodos tradicionales, sin embargo, este nuevo sistema impermeabiliza la superficie y la protege el acero de la corrosión. ¿Qué significa esto? Fundamentalmente, ahorro, ya que se reducen sustancialmente las reparaciones y el mantenimiento, además de evitar el sobrecoste innecesario de reforzar las armaduras con mayor cantidad de acero para evitar fracturas.

Vida dentro del hormigón

En 2006, Jonkers comenzó a estudiar la posibilidad de usar bacterias sintetizadoras de calcita para reparar construcciones. Conseguir que un microorganismo crezca en un material rocoso tan seco es todo un reto, sobre todo en un material tan alcalino como el hormigón (pH 11.5). Por suerte dio con Bacillus, un género de bacterias capaces de vivir en ambientes tan extremos  y que, además, pueden formar esporas capaces de resistir durante décadas.

Al filtrarse el agua por las grietas, que es la causa principal de que el hormigón se colapse debido a la oxidación del acero, se activan estos bacilos, a los que han añadido cápsulas biodegradables de lactato de calcio para que actúen en contacto con el agua. Así, los microorganismos permanecen dormidos hasta que el hormigón se resquebraja, que es, cuando comenzarán a crecer y a repararlo.

Ahora, el siguiente paso será obtener cepas de Bacillus que produzcan tanta calcita y estudiar cómo afecta la temperatura a la auto-reparación. Y es que el futuro de los edificios biológicos ya está aquí.

Vía: www.elconfidencial.com